lunes, 14 de junio de 2010

La andanza comienza...

Has llegado afuera y tienes el mundo ante ti. Los bosques verdes que esperabas encontrar se han convertido en un páramo helado y desolador plagado de manadas de fieros lobos y carroñeros hambrientos, buscando acabar contigo y tu existencia. Miras a tus pies y encuentras el cadáver desgarrado de otro desgraciado como tú, que ansiaba venganza y mal para los otros. Él además, iba armado. Entonces, piensas inevitablemente que tal vez la venganza no conduzca a nada, que sólo te llevaría a la perdición y a un amargo dolor que resulta cuanto menos, inaguantable. Algo te dice que no debes desear la venganza, pero tú no haces más que anhelarla una vez. Y otra. Y otra. Y otra más… Y sólo la anhelas.

Despojas a ese pobre diablo de sus recursos perdidos, los aprovechas y te conviertes en un indeseable ladrón, aunque un superviviente a fin de cuentas. Pues tú superarás a esos malditos lobos, acabarás con ellos y extinguirás sus manadas por cientos. Tú y sólo tú, que siempre estuviste solo, Caballero de Plata. Siempre defendiste el honor, un valor que en tu mundo es despreciado y que sin embargo, tú de la forma más cabezona y humilde lo defiendes en una misión sin fin, un trabajo sin salario… Una caza sin recompensa. Maltratan tu alma de las formas más cruentas posibles y sufriendo una traición tras otra sin fin. Todo aquel que intentó sacarte de ese condenado agujero te ha abandonado de mala manera, y ahora gracias a ti y sólo a ti, estás afuera. En pie y desafiante, esperando a la muerte, al mundo o a lo que tenga que venir.

Con la espada del caído en mano, comienzas tu andanza. Sólo te defiendes y demuestras al mundo que no pueden contigo; que por mucho que se empeñen no te rendirás y seguirás andando y clamando por tu bien merecida venganza. El primer día resulta agotador y los lobos trataron de acabar contigo rastreramente, atacándote por detrás y superándote en número y sin embargo, tú los rechazaste con valentía y una mezcla de estupidez.

Ahora yaces sobre la nieve, mordido y arañado, herido de gravedad a medio desangrarte mientras el frío cala tus huesos y tú estás extenuado y solo. La noche resulta interminable, el dolor penetrante y el frío imbatible mientras el aullido de los carroñeros empieza a aterrorizarte y los gritos de los otros te hacen sentirte terriblemente extraño:

Deberías alegrarte de la muerte y la desdicha de los demás, que sientan la misma desesperación, que sientan exactamente lo mismo que sientes tú, pero en lugar de eso, te sientes fracasar tristemente, y es que te diste cuenta de una verdad que más que arreglar las cosas, sólo te atormenta:

Tú no fuiste hecho para clamar venganza ni para hacer sufrir, sino para ayudar y no dejar a nadie indiferente, pues eres un caballero a la antigua usanza, has jurado el honor sobre todo lo que más quieres, aunque no hayas llegado a amar a nada ni a nadie, y faltar a tu palabra es faltar a un honor que por desgracia en este mundo se ha perdido muchísimo tiempo atrás. Ahora, miras el camino recorrido iluminado por la luna con cierta incredulidad: Has dejado el agujero atrás, a costa de tu propio dolor y cordura y lo mejor es que por mucho daño que te hicieron esos necios bastardos que te abandonaron a tu merced en ese condenado agujero, siguen importándote. Ellos y el honor, los valores que defiendes y que inevitablemente no eres ni serás jamás capaz de esquivar.

Como era de esperar, el sol vuelve a alzarse por Occidente y tú recoges la espada del suelo y te levantas. Estás agotado y con el cuerpo mancillado por el frío que afrontas con incansable brío. Entonces, como es bien sabido, el viaje más largo ha comenzado

Por primera vez he visto la luz

En un mundo que no es el mío

Sacudido por un gran alud,

Una avalancha de traición que con brío

Sacude el fuerte cimiento

Del alma de aquel que busca venganza

Caballero traicionado y hambriento

Que dentro del honor busca templanza…

He dejado atrás la esperanza

De que alguien me ayude en mi misión

Partiendo así en la más grande andanza

De la que el mundo no tendrá visión

Porque sé que nunca habrá acabado

mi viaje como guerrero anónimo

Ya que nunca suficiente carretera habré caminado

A pesar de que mi deseo sea antónimo

Y desplegaré mis alas con las que mis sueños vuelan

Pues como buen Dragón del Norte

Conseguiré sin cansancio lo que mis juramentos anhelan

Aunque diga lo contrario la mente…

1 comentario:

  1. ...Y cuando el caballero se dé cuenta de su condición, podrá observar una verdad implícita en el mundo. Aunque ahora permanezca helado y sombrío las estaciones cambiarán temprano, y su espada, afilada y brillante de nuevo, volverá a alzarse hacia el sol. Y será entonces cuando su filo señale qué camino debe seguir...

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