Esclavo de su encanto,
Prisionero de su dulzura
Me siento recluido en su hechizo,
Hecho sin ninguna clase de usura
Cuántas veces me lo he preguntado,
Pensando en aquello que pudo ser
Y que a mi pesar, me he desilusionado
Al saber que algo no podría haber
Y aunque no busco nada
Ella sigue hechizándome
En un embeleso propio de un hada
Con dolores que siguen apuñalándome
Soledad, triste compañera
Irónico, que tú seas la única que me reanima
Tristeza, solitaria cómplice
Sarcástico que tú seas la que me llena
El vacío no está lleno,
Sólo está repleto de ignorancia y miedo
Y suplico porque el dolor acabe siendo tierno
Dentro de un alma en desasosiego.
Así, disfrutad de este amargo cantar
Pues es la historia de un hombre
Que aún no aprendió a olvidar.
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